A
nadie le gusta estar sin trabajo, y
llegado el momento de afrontar esa situación hay que hacer de tripas corazón e
intentar controlar la ansiedad, para
que ésta no afecte a la familia.
Con
más de 6 millones de personas en el paro,
muchas de ellas ya sin cobrar ninguna prestación, el apoyo de la familia pasa a ser fundamental. Aunque la situación se está complicando, y según un
estudio de la Obra Social de la Caixa las familias empiezan a estar al borde de su
colapso económico.
Sentirse
fuera del mercado laboral y ver cómo disminuyen los ahorros produce una tensión difícil de evitar. Por lo que
es necesario canalizar esos
sentimientos para evitar los roces.
Amelia García Moltó, profesora de la Complutense, declaraba en la Vanguardia que lo ideal es que la educación familiar potencie que las
personas y el núcleo familiar sean capaces de “afrontar y resolver problemas”.
Sin
olvidarnos de que el resto de la familia
también sufre la situación, desde
una doble vertiente, ya que tienen el mismo miedo que el que está en el paro,
pero a la vez se angustian porque quieren ayudarle y no saben cómo o no lo
consiguen.
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